Emociones Políticas

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Encontrar las palabras para presentar este espacio, no es tarea sencilla. Han sido múltiples y diversos los momentos, voces y experiencias, que se han trasegado para hacer posible que su elaboración vea la luz de la fibra óptica, de tal manera que se constituye en una polifonía de voces y letras que se han encontrado, en tal virtud, para proponer una alternativa en el amplio mundo de las opiniones, los pensamientos y las noticias políticas, así como el ejercicio de ciudadanía ligado a todo lo anterior.

Hacer posible que diferentes diálogos, saberes, experiencias y haceres en torno a lo que es y será este espacio multidimensional, con aspiraciones tan sagradas como ser orientadores y porque no, presuntuosamente, analistas de nuestras realidades y contextos en lo público, político y social; se da gracias a la confluencia de acontecimientos que como suele ser costumbre, muchos de ellos son de ocurrencia intencional para algunos y no podía dejas de ser verdad que otros tantos gracias a la intervención de casualidad, el azar, la suerte o llamémoslo providencia, si llegare a ser el caso que nuestra posición existencial así lo permite creer.

El sueño, que es la visión diáfana y congruente de este caminar, es que quienes accedan a nuestras líneas puedan contar con una propuesta que permita de manera sencilla, no simple, sino profunda, llegar al reconocimiento y fortalecimiento de sus capacidades para ejercer su derecho fundamental a vivir bajo un marco orientador serio, no imparcial sino veraz, sus emociones políticas.

Este espacio se constituye así prueba de los diálogos y encuentros entre tantas personas que sueñan con un mejor país, mundo posible, Abrimos una ventana de innumerables posibilidades que parten ¨Desde la esterilidad de la certeza, hacia la fecundidad de la incertidumbre¨* (*Manfred Max Neef)

Atentamente,

Emociones Políticas

Ganar continuidad, perder continuismo

La Región Caribe, con toda seguridad, y para nadie es un secreto esto, necesita años de continuidad de crecimiento, de generación de producción y empleo, de estabilidad económica e institucional, de paz y de justicia social, del fortalecimiento de su tejido social identitario, del ejercicio de su ciudadanía caribe, si su propósito es alcanzar a posicionarse junto a otras regiones del país, con mejores índices en estas materias y serles a su vez competitiva.  Si bien es cierto la Colombia de hoy experimenta de manera generalizada avances significativos en material social y de derecho, no es la región norte la más cobijada por todo ello desde los centros de poder, que han relegado nuestra tierra ancestralmente pujante a las inequitativas oportunidades que brindan ¨los gobiernos andinos¨ de turno, con el consabido resultado de no generar unas óptimas condiciones de desarrollo para habitantes y territorios de estos márgenes del país.  

Circunscribir el tema Caribe por esta oportunidad, permite sumar un elemento más en esta fórmula que nos deja con resultados inferiores a los deseados en materia de desarrollo integral a escala humana y territorial: el nada devaluado asunto de los gobiernos locales de turno y sus ejecutorias.  A poco más de doscientos días de vivir un nuevo proceso en materia de política electoral, que elegirá mandatarios en el orden local, así como los nuevos cuerpos colegiados de cogobierno que los acompañaran, tanto en el orden municipal como departamental, resulta ser de obligada materia analizar el panorama de lo que se vendrá.  Es también necesario hacer un acápite especial en esta suma y resta de posibilidades; que permita esclarecer que no toda la región ha contado con las desgracias electivas y gubernativas que han azotado a ciertas localidades con más sorna y descredito para la clase política y que son del dominio comunicacional, por la contundencia de sus despropósitos y aniquilamiento de lo público. Así también es de ese dominio los buenos gobiernos que han ido transformando a lo largo de la continuidad de sus propuestas una recuperación de las emociones politicas saludables y transformadoras en sus gobernados, surgidas gracias a aquellas gestiones que han permitido irse desmarcando de los males que aquejaban a sus habitantes y territorialidades, por ejercicios de gobiernos fallidos.

Lo acontecido en esta materia en cuanto a la transformación del imaginario colectivo en la comprensión de lo público como corrupto y deshumanizado, hacia uno generador de optimismo y confianza deberá cuidarse. Hacerlo requerirá de revisar cada paso acertado como en falso, cada desborde, así como cada acatamiento, cada gesto de violencia como el de ternura, se haya originado donde se haya originado en los distintos niveles de los gobiernos locales de turno. De no ser así el inminente riesgo es que todo en la materia de confianza ganado retroceda al punto de partida inicial. Viene justo también establecer que, aunque todo se realice con impecable ejecutoria las objeciones, críticas, reclamos y oposición cuando son legítimos no sólo son respetables sino necesarios para construir entre todos sociedad política mejor; sociedad propositiva en cuanto a que los márgenes de lo público  deberán ser siempre la vía para que haya un gana gana entre los gobernados y los gobernantes, y como claro ejemplo de ello la continuidad programática en lo gubernamental sea ampliamente provechosa para los habitantes de una determinada región.

¿Será que la posibilidad de que candidaturas surgidas de ejercicios de poder exitosos y que permitan dar continuidad a lo logrado en materia de buen gobierno, se constituyan en alguna manera en amenaza para la democracia?  Pareciera que para algunos sectores políticos lo fuera mortalmente y transmiten dicha enfermedad de lectura política al potencial electorado que pudiese llegar a seguirles, desconfigurando así la justa reciprocidad de que quien ha gobernado bien, bien puede ¨reelegirse¨ como quien no lo hizo debe sancionarse clausurándolo en las urnas. Dar continuidad al buen gobierno ejecutoriado con quienes decidan acompañarle dentro de un partido o movimiento, así como las bases sociales que como reconocimiento a la buena labor extiende y prorroga las buenas prácticas de administración pública accionadas reeligiéndole, y nada tiene que ver la familiaridad, la amistad o la consanguineidad dentro de los márgenes de lo legal, como excusa para deslegitimarlo.

¿Por qué alguien de ¨la casa Char¨ en el atlántico, o de ¨la casa Cotes¨ en el Magdalena no habría de postularse para la alcaldía o la gobernación? ¿O la aspiración legítima de encabezar el Poder Ejecutivo es sólo una prerrogativa de la oposición, o las fuerzas politicas emergentes? Argumentan, desde la visión contraria, que un gobierno conducido por éstos sería «más de lo mismo». Afirmar esto es no reconocer y por el contrario examinar mal la historia reciente de estos gobiernos y sus exitosas transformaciones de lo publico en sus respectivos escenarios de ejecutoria, sobre todo si se contrasta con la historia de quienes en estadios de tiempos bastantes significativos ejercieron el poder con un continuismo avasallante y depredador de sus gobernados; con insignificantes testimonios de progreso.  Será caballo de batalla para la rancia oposición bosquejar la teoría del continuismo que no es más que la intencional patraña para ocultar sus genuinos temores frente a las grandes realizaciones: la continuidad de un modelo probado exitoso. Si bien es cierto, hay materias significativas por enfrentar para resolver, continuidad significa mantener las buenas obras y servicios públicos que le devolvieron el sentido de pertenencia a la ciudadanía; la deconstrucción del sistema de valores que devolvió al primer plano los anhelos aplazados tanto de atlanticenses con su capital y los magdalenenses con su departamento.

Deberán saber mejor que nadie estas casas politicas que el máximo logro que puede ofrecer a sus gobernados es darle continuidad al proyecto impulsado por sus actuales líderes en ejecutorias de sus mandatos hasta ahora en curso destacado, y avanzar en los aspectos que aún no se han hayan podido resolver,  potencializando la curva de aprendizajes con miras puestas ya en una batería de nuevos y su vez probos funcionarios, que garanticen esa continuidad y funcional propuesta programática  reafirmada y actualizada según las propias experiencias de buen gobierno.

El 27 de octubre próximo Colombia, nuestra región, ira a las urnas. Allí se decidirá si se quiere o no la estabilidad y la continuidad de sistemas de valores ya probados y ejecutoriados con maestría pública, el votante decidirá si elegir la continuidad o no de un modelo que no se limita a personas, sino que expresa ideas y proyectos. Mientras la apuesta es Que gane la continuidad, pluripartidista, diversa en géneros, incluyente en ciudadanías; que el Atlántico, el Magdalena, el Caribe avance hacia donde la Vida sea lo capital, perder continuismo, ganar continuidad es la Vía. 

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